Joyas de Papel: Hielo, de Anna Kavan — la Distopía Gélida que Arde por Dentro

Una lectura imprescindible rescatada por Dioni Arroyo: una novela apocalíptica, poética y perturbadora donde el hielo es metáfora de adicción, control y huida.

 

Por Dioni Arroyo

HoyLunes – Para un escritor como yo siempre es un placer poder hablar de las grandes novelas que me han dejado huella, que han marcado mi trayectoria vital y de las que siempre deseo escribir, transmitir y reseñar para los amantes de la literatura.
Por ello he decidido inaugurar este espacio literario «Joyas de Papel» del diario HOYLUNES.COM, que recoge libros que merecen la pena rescatar, animándoos a que disfrutéis de una joya literaria perturbadora y repleta de interrogantes: Hielo, considerada por la crítica especializada como la obra maestra de la escritora inglesa ANNA KAVAN (Cannes, 1901 – Londres, 1968), pseudónimo de Helen Emily Woods, publicada en 1967 y reeditada en nuestro país en 2021, gracias a la editorial andorrana Trotalibros.

Hielo se publicó en Gran Bretaña en un momento de polarización social, crisis de valores y decadencia de una sociedad conservadora que auguraba las grandes revoluciones que llegarían unos meses después. En aquel año, Anna Kavan contaba con sesenta y seis años, y sin saberlo, escribió la mejor obra de su vida: rompedora y transgresora, indefinible y singular, que gozó de un éxito fulminante.

Hielo (1967), la obra maestra de Anna Kavan: una era glacial avanza mientras la obsesión del narrador congela toda esperanza.

Catalogada como distópica y hasta surrealista, su lectura ofrece interpretaciones diversas, debido a la riqueza de su introspección psicológica y la profundidad de elementos que la componen.

La novela nos describe un mundo al borde del fin. El uso de armas termonucleares ha acelerado un cambio climático cuyas consecuencias desembocan en una nueva era glacial. El hielo comienza a avanzar y engulle la civilización paso a paso, destruyendo cualquier forma de vida, cualquier atisbo de esperanza. En aquel caos, aparece nuestro narrador, dado que la novela está escrita en primera persona. Se trata de un hombre extravagante y envuelto en tinieblas: su único propósito en la vida, aquello que da sentido a su patética existencia, es encontrar y rescatar a una mujer de cabellos plateados y aspecto frágil.

La mujer en cuestión podría ser un alter ego de la autora, una persona que necesita huir del mundo, acercarse al inevitable hielo que acosa cualquier rastro de vida, ir de cabeza hacia la muerte.

Anna Kavan: en «Hielo» llevó su mundo interior al borde del abismo.

El narrador, que pretende ser el salvador de esta mujer, es consciente de que ella no desea salvarse, pero su obsesión será más poderosa y se convertirá en una ambición irracional que le volverá posesivo, dominante y manipulador. Uno de los aspectos que más deslumbra de esta novela es cómo, a medida que avanzamos por sus páginas, empezamos a ser conscientes de que no nos podemos fiar del narrador, porque pretende manipularnos, convencernos de sus supuestas sanas intenciones.

Las sensaciones de frío, soledad y de un destino trágico a modo de fatum irreparable son constantes en la obra, a la vez que la incomunicación muestra la decadencia moral de una época que también estaba a punto de terminar.

La obra puede considerarse como una novela apocalíptica y de ciencia ficción, en la que brilla la crítica a nuestro mundo, pero también en una historia de reivindicación feminista, donde el supuesto rescatador se transforma en un brutal y despiadado perseguidor de una mujer frágil y débil que se escabulle y reivindica su lugar en el mundo, aunque también ofrece otra lectura que nos aproxima a la vida personal de la autora.

Anna Kavan tuvo una existencia angustiosa y acosada por la tragedia. Marcada por el suicidio de su padre, y por una madre que no le permitió estudiar en Oxford, se casó y se divorció dos veces y sufrió la muerte de su hijo durante la Segunda Guerra Mundial. Durante largas temporadas estuvo recluida en hospitales psiquiátricos de Inglaterra y Suiza, y el resto de su vida padeció interminables depresiones y una adicción a la heroína que la acompañaría hasta su muerte. Fallece un año después de la publicación de Hielo, esta novela con la que obtuvo el reconocimiento merecido, pero un ataque al corazón apenas le permitió disfrutar del éxito. La policía, tras el levantamiento del cadáver, relataría a la prensa que, en su deprimente hogar, había suficiente heroína como para matar a toda la calle.

Es llamativo que el momento de mayor creatividad literaria llegase a una edad tan madura, lo que no es una excepción: recordemos que El Quijote fue escrito por Cervantes a los sesenta años, o que Daniel Dafoe creó su Robinson Crusoe a los cincuenta y nueve; dos ejemplos muy oportunos.

Anna Kavan (1901–1968): vida convulsa, literatura hipnótica.

De las anteriores publicaciones de Anna Kavan, destacaría la antología de relatos «El Descenso», aunque no llega a la gran altura literaria de Hielo; las dos únicas traducidas al castellano de su obra. La escribió sumida en una fuerte adicción a la heroína, prisionera de su propia sombra, como explicaría el psiquiatra y psicoanalista Carl Gustav Jung, esa sombra que refleja nuestro lado oscuro, aquello de lo que nos avergonzamos y de lo que no podemos liberarnos. El hielo es una acertada metáfora de la adicción que la acabaría engullendo y de la que nunca podría escapar, a pesar de las personas que, sin querer comprenderla, sin entender su mundo interior, la agobiaban para que se liberara de unas ataduras que destruyeron a toda una generación.

También subyace, como citaba antes, la crítica feminista ante la actitud de un narrador al que no le interesan los anhelos y sueños de la joven de cabellos plateados, ya que solo le preocupa satisfacer su obsesión para conseguir el exótico trofeo. La lucha por escapar, el mito de la eterna huida, el deseo de desaparecer en un mundo del que solo quedan cenizas cubiertas por el hielo nos coloca ante una obra repleta de alegorías que recorren el drama vital y existencial de la vieja Europa, derrotada y herida de muerte por tantas guerras, tantas divisiones, que no encuentra razones para seguir existiendo.

El gran escritor Brian Aldiss diría de Kavan que era la heredera de De Quincey y la hermana de Kafka; y Doris Lessing, que no había una novela comparable a Hielo.

Estamos ante una novela perturbadora e inquietante, sí, pero necesaria para conocer el estado de ánimo de una época y el mundo interior de una de las escritoras más enigmáticas del siglo XX. Con una destreza ejemplar, con descripciones breves y sencillas, nos muestra un mundo y unos personajes caracterizados a la perfección, lo que deja un recuerdo imborrable en los lectores.

Por ello, os animo encarecidamente a leerla. Además, fue publicada en una edición de lujo, con tapa dura y una elegante banda trasera en la que encontraréis su sinopsis.

Un gran acierto de la editorial Trotalibros para dar una nueva vida a esta gran obra traducida por Ainize Salaberri y prologada por José Carlos Rodrigo.

¡Feliz lectura!

Dioni Arroyo: Escritor, Antropólogo y Crítico Literario

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